Extrañas cosas pasan a veces en mi país.
Los políticos siempre encuentran el modo de darle forma digerible a cualquier aberración, ahora con la venta y antes con la compra del avión presidencial. Algunos de los argumentos que se usó para la compra fueron los referidos a la seguridad para nuestra máxima autoridad y el de necesidad de socorrer lo inmediatamente posible las situaciones de devastación por efectos de la naturaleza. Curiosamente son los mismos argumentos que, aun ahora, algunos empecinados políticos siguen usando para criticar la venta del susodicho bien y abogar por su conservación, especialmente aquellos que sirvieron durante el régimen dictatorial del nipón extraditable ya conocido; nada más desubicado. Por un lado, debe tenerse en cuenta, que con esos tristes argumentos lo que se hacía era dejar mal parada a la Fuerza Aérea Peruana y las naves de las que disponía, ya que implícitamente se les arreaba el demostrativo de inseguras y no aptas para transportar a tan “insignes” figuras; bueno eso es un decir, pues en todo caso lo que quedaba de mal en pie era nuestra capacidad como Estado Nación para mantener la infraestructura de nuestros órganos y aparatos militares. Por otro lado, para esclarecer un poco el asunto de la posibilidad de que una Aeronave Presidencial esté, lo pronto posible en un lugar de supuesto desastre natural o asolación por cualquier otro motivo, habría que partir en principio por establecer quién, cómo y en qué circunstancias se decidió la compra de tan suntuoso medio de transporte, para ello hay que remontarnos un poco a la oscura historia que motivó su compra, y siempre es bueno, digo yo, explicar estos temas retrotrayéndonos un poco al correlato de los hechos, un refrescamiento de la memoria a fin de que nuestro interlocutor pueda ensamblar un juicio y una conclusión razonables.
En principio es bueno hacer saber a la opinión pública que la Aeronave Presidencial, junto con una infinidad de armamentos y pertrechos militares, fueron adquiridos por el gobierno de turno peruano, ya no sé, si regentado por el prófugo hoy en Chile, o por el encarcelado ex jefe del SIN; con sendos decretos secretos de “urgencia” que no permitían a nadie, óigase bien, a nadie (ni Contraloría ni ningún otro ente del Estado) saber absolutamente nada, ni de la empresa contratante, ni de los montos, ni de los motivos origen de las compras, mucho menos fiscalizar. También se eliminaba vía este mecanismo toda posibilidad de compra por licitación o concurso de precios; las compras eran directamente, es decir la cúpula militar subyugada a montesinos, con su pelele Fujimori y la gavilla de ministrotes decidiendo los montos a desembolsar del Estado para una u otra compra, al fin y siempre, toda una repartija perfecta de los recursos captados con la privatización y otras fuentes. Tal apremio por comprar tanto no obedecía a ninguna carrera armamentista, sino a la carrera entre estos delincuentes, por acarrear lo antes posible (antes de que se acabe el gobierno y el dinero) el máximo del patrimonio acumulado con la venta de las empresas estatales. Daré algunas luces: el 19 de abril de 1995, poco después del conflicto con ecuador y a pedido del corrupto Victor Mallca, Fujimori aprueba remitir 222 millones de dólares para fines de “seguridad nacional” (casualidades de la vida: ambas ex altas autoridades la primera, prófuga y la segunda en proceso de extradición), el mismo día y a pedido del mismo Generalísimo, se otorgan 4 millones 170 mil soles para el Ministerio de defensa para el alquiler de locales para agregadurías en Argentina, Chile, Bolivia y Ecuador. El 08 de agosto del mismo año se aprueba la compra del Boeing 737 – 500 por 67 millones 800 mil soles, suma escandalosamente inflada, sin señalarse el nombre de la empresa contratante y ni siquiera especificarse si la referida aeronave era de primera o de segunda mano. El 28 de diciembre se realiza la compra de 48 reservorios flexibles helitransportables para aeronaves MI-17-1B a Mobetech representaciones SA, una empresa de un amiguísimo de Mallca, con monto sin precisar, y el mismo día también a pedido de Mallca se aprueba el desembolso de casi 13 millones de dólares para la compra de instrumentos médicos para el Hospital Central de la FAP; en enero de 1996, también a pedido de Mallca, Fujimori ordena el desembolso de otros casi 41 millones. Todo esto según datos de las investigaciones de Angel Paez, periodista de La República.
Solo algunas perlas. A quien quiera saber más del tema, fácil, lo invito a ver el informe de las adquisiciones estatales con dispositivos secretos 1990-2000, en la siguiente dirección http://www.congreso.gob.pe/comisiones/2002/CIDEF/oscuga/InformeAdquiArmas.pdf . Debe saberse además que esto constituye algo de la información, salvada o recuperada ya que muchos de los tomos en que se guardaban las numerosas actas de sesión del ejecutivo en que se decidía hacia donde se remitía la siguiente lluvia de millones, han sido destruidas o desaparecidas y nunca remitidas hacia la Comisión investigadora del Congreso que tuvo a su cargo el caso.
Es fácil pues, preguntarse y también responderse a la interrogante de ¿qué ameritaba para que todos estos gastos sean “urgentes y secretos”?.
Tan poco observados eran estos negociados, que se permitieron el error y el horror de realizar la compra del Boeing palaciego a través de Santiago Fujimori, quien no tenía mayo virtud ni cargo alguno en el Estado más allá de la relación filial con el ex Presidente, como negociador; quien con todo desparpajo y sin el menor rubor afirma habernos ahorrado algunos millones pues dizque logró rebajar el precio de 30 a 25 millones, participando en el contrato ad honorem como un mero ciudadano peruano que sirve a su patria. Y ahora resulta que somos mal agradecidos con él, por procesarlo como usurpador de funciones. Gran triquiñuela ha sido el que lo llevaran al congreso como el segundo después de Keiko, en la plancha de “Sí cumple”, con lo que logran maquillarse un poco el rostro y quizás el apellido, pero ya veremos hasta cuando les dura el disfraz.
Con esto lo del cómo y las circunstancias en que se efectuó la compra del juguete presidencial va quedando claro. Azaroso es establecer quién decide la compra finalmente, ya se entenderá por qué.
Vayamos en principio a ver esa monserga que tanto defienden los fujimoristas y que ya les gustaría que sea cierta, es decir aquella que sostiene que la compra la realizó el pueblo peruano para seguridad, protección y más preservaciones de su Presidente; yo sé que en más de uno eso no hará sino provocar una estruendosa carcajada. De que el pueblo peruano lo pagó y lo padece es cierto, pero eso de que su decisión haya sido canalizada cual providencia hacia Fujimori y banda y que estos casi en estado de catarsis promulguen sendos decretos de latrocinio… como dirían mis amigos los españoles: oye tío ve a decirle eso a tu anciana abuela, que quizá ella sí te lo crea.
Otra hipótesis, que es la que planteo, es la fundada en que, la motivación central para tal compra, haya sido la de transportar droga impunemente y por doquier…. así de espeluznante; en cuyo caso, el, sobre quién recayó la decisión para tan “señorial” adquisición Ya, de lejos, se prevé, y sería nada menos que nuestro antes intocable ex jefe del SIN, Vladimiro Montesinos Torres (a) Asesor Presidencial; vasta saber de los vínculos entre éste y Demetrio Limonier Chavez Peñaherrera (a) Vaticano, quien lo acusara como coautor en sus narconegocios y que, luego de un literalmente, Lavado de cerebro a punta de electroshok y otros ofrecimientos, se retractara, por allá en agosto del 96’ poco después de vertidas las siguientes frases ante autoridades judiciales en Lima:
"Vladimiro Montesinos es más narcotraficante que yo. El es el verdadero Pablo Escobar. ¡Quiero hablar! ¡No me importa que me escuchen y que me graben! ¡Traigan a mi abogado!"
(Les paso otra interesante dirección:
http://www.caretas.com.pe/2000/1644/articulos/vaticano.phtml ).
Otro hecho que permite conservar esta hipótesis es, el extraño suceso del 10 de mayo de 1996, cuando se encontró nada menos que 174,22 Kilogramos de clorhidrato de cocaína en el avión presidencial cuyo asunto no fue más allá de algunos subalternos y suboficiales FAP procesados. Caben aquí Las declaraciones de la esposa del Técnico FAP, Juan Carlos Aliaga Mena, muerto la mañana del 27 de enero del 2000, en extrañas circunstancias y en el mismísimo Grupo Aéreo Nº 8, de quien se pretendió establecer un suicidio que en nada se condecía con los informes forenses; tales declaraciones versaban del ingreso, en más de una oportunidad, de extraños cargamentos, en bolsas, a la aeronave; esto, durante el periodo 1997 – 2000, lapso en que se desempeñó como miembro de la tripulación de dicho avión (se puede leer mayor detalle aquí: http://lanenaindiscreta.blogspot.com/2006/11/rara-muerte-del-tecnico-del-avion.html ).
Todas estas extrañas cosas sucedían en los 90s y aun hoy, los fujimoristas pretenden que pueden endilgarnos hacia la inocencia del extraditable lo extraño es que también, con el mínimo ejercicio mental podemos colegir que en el difícil supuesto de que tal inocencia sea cierta, el ex Presidente nipón y los otros “inocentes” se ganan sobradamente el calificativo de casi imbéciles. Al parecer prefieren eso a que se les precie de ladrones y asesinos; que es a lo más próximo que estuvieron durante más de diez años de gobierno.
Ahora, con el asunto de socorrer las zonas de desastre con tan lujoso transporte, yo creo que nos vendieron el cuento por completo y algunos, hasta ahora, le encontraron mucho gusto al género literario aquel. Con ello no pretendo criticar su uso en esos fines, pero, como motivo gravitante para realizar tamaña compra, que es el tema al que concito ahora, no creo haya pesado mucho; aunque claro, como lo decía antes, se hizo digerible a sazón de los políticos de cada turno, pues les permitía fotografías, cámaras y demás estampas para nada perdibles y en algunos casos muy rentables políticamente.
Si alguno de ustedes llegó hasta aquí conmigo sin bostezar, de seguro se estará preguntando: con tanta crítica sobre la compra, ¿por qué considero aberrante también la venta? Y es que es sencillo, pues no podemos solucionar los problemas a punta de derribes ni de desandar lo mal andado, eso es poco imaginativo y demagógico, ¿acaso bien no se dice que la demagogia es el fin de la imaginación?. Culpa no tenemos los peruanos de padecer un presidente con “cualidades” megalómanas y complejo de mercachifle, que de cuando en cuando, según sea su sed de público nos saca algunos conejos de la manga como la pena de muerte vía referéndum y ahora, ¡0h! acontecimiento genial: la venta de la aeronave mandataria. Me vasta eso para creer por entero aquel epíteto de Lula, ese de que tenemos a un jefe de Estado demagogo y estrafalario (lanzado por Lula en reunión privada con motivo de la propuesta, en una de esas ¡qué cumbres!, de un megaproyecto para unificar la educación en toda América Latina); y es que para demagogo no hay quien le gane al Presidente nuestro... “no logramos ni siquiera construir un puente juntos, ¿cómo entonces podemos poner en marcha un nuevo megaproyecto?” había sentenciado su homólogo brasileño después.
Y es que pareciera que García envidia tanto las estampas que sus predecesores políticos se sacaban al lado o gracias a la aeronave de Palacio, que él quiere sacarse la más pomposa, última y definitiva; vendiéndola. Con que simplemente le quiten cuanta suntuosidad tenga de encima y la reasignen a la Fuerza Aérea a exclusividad, sin mayor aspaviento sería, a mi juicio, suficiente.
Por otro lado, es tanto el cúmulo de situaciones extrañas alrededor del excelso aparato peruano, que casi debe considerársele patrimonio con relevancia histórica y por tanto conservarlo creo yo.
Y ustedes qué opinan.
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